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lunes, enero 31

Colectivo Telmo y Luís: Exposición fotográfica

En este segundo post presentamos el trabajo fotográfico que acompaña el proyecto "(Auto) Construcción de la identidad de las mujeres a través de los medios de comunicación" realizado por el Colectivo Telmo y Luís y presentado con motivo de las jornadas realizadas en la UPV/EHU en torno al tema "Imágenes en tensión: sobre la ausencia y lapresencia del cuerpo", organizadas por la Facultad de Bellas Artes y Sociología en noviembre de 2010.

El Colectivo plasma sus conclusiones a través de cuatro fotografías La mutante, La Toilette, La marcada y La cena en las que se reflexiona sobre la formación de la identidad femenina.

La mutante


Nos encontramos ante un retrato femenino, exactamente un primer plano del rostro. En él, la mujer realiza una actividad cotidiana: está arreglando sus cejas con unas pinzas depilatorias. Tiene el cabello plagado de papel de plata y lleva algún tipo de mascarilla en el rostro de color verde.

Toda la imagen tiene algo de fantasioso, de cómic de ciencia ficción, es una mujer metamorfoseada, una verdadera mutante, transmitiendo a su vez ese concepto de lo siniestro en lo cotidiano del que hablaba Freud. Incluso la posición de la lengua en el gesto de concentración parece más cercano al de un lagarto que al de una mujer.

Ella se está mirando a un espejo, ella no ve al espectador, se está viendo a sí misma en un reflejo inexistente.

La identidad femenina es configurada mediante las reglas sociales que marcan qué belleza impera y su importancia a la hora de ser valorada como mujer. Es decir, la mujer necesita someterse a este proceso de transformación para poder ser vista y mirada por los demás, cuestionándose si realmente lo necesita para poder verse ella misma.

¿Existe, por tanto, la autoconstrucción, existe el propio yo?

La toilette


Hay muchas, famosas y diferentes toilettes que recorren la historia del Arte. Desde las de Jan Steen pasando por las de estilo rococó de Boucher o las archiconocidas de Degas y Toulouse Lautrec. Todas ellas elaboradas de formas muy distintas y respondiendo a los gustos de la época, pero siempre con la misma temática: la intimidad femenina connotada por un halo de sensualidad.

Dichas imágenes son pinturas, pero las más contemporáneas revelan una gran influencia de la fotografía en ellas, algo fácil de observar en sus encuadres.

La fotografía que presentamos no deja de ser una toilettes. Es una mujer en un baño, no sabe que está siendo observada y por ello, no hay un especial pudor en sus maneras, no se tapa, hay naturalidad en sus gestos. Sólo que aquí la sensualidad y la picardía que se espera de una mujer han desaparecido.

Presentamos un juego, anunciamos una toilette, algo que en el imaginario colectivo se corresponde con encontrar un cuerpo de mujer, bello y desnudo, el “objeto” del deseo, y mostramos a una mujer sentada en un inodoro, vestida con un pantalón de pijama en los tobillos y una amplia camiseta. Su cabeza está inclinada en un gesto de desperezarse. Se pone sobre la mesa la humanidad y la corporeidad de la mujer en su aspecto más simple. Realidad femenina que es conocida pero no es nombrada, es signo negativo, denostable, incómodo, no sensual, no femenino… ¿Qué hombre quiere a una mujer humana?

La marcada


De nuevo el protagonista de esta imagen es un cuerpo de mujer. Un cuerpo del cual no sabemos si realmente ella se siente dueña.

La inclinación de la postura, por un lado, muestra la espalda encorvada, nos oculta tanto el rostro como la cabeza, perdiendo su individualidad en un gesto realmente sometido. Por otro, es esa misma postura junto con el blanco y negro de la imagen la que brinda y extrema una extraña delicadeza y dulzura a la hermosa curvatura de la espina dorsal.

La cercanía del plano nos muestra una serie de marcas en la piel de la mujer, no son naturales, son resultado de la presión intensa por un objeto. La forma y la situación de dichas marcas nos remiten rápidamente a una prenda, a un sujetador. Es un tatuaje.

De pronto el espectador es capaz de desnudar virtualmente a la mujer, en su mente aparece con ropa interior y después no, se convierte en un “striptease” ficticio.

La marca implica cierta violencia, y esta marca concreta en el cuerpo de una mujer tiene un fin en absoluto desinteresado: determinar una pauta de comportamiento femenino, consistente en doblegar el propio cuerpo y convertirlo en algo que tal vez no quiera ser.

La violencia que en la piel se queda tras su paso implica no sólo una marca roja que desaparece con el tiempo sino la obligación social de utilizar ese elemento de “lencería femenina” bajo pena de sanción social: fresca, fácil, descarada, agitadora… La presión existente es tan fuerte que las marcas en un cuerpo están aceptadas como cotidianas y naturalizadas como intrínsecas a lo qué es ser mujer.

La cena


Una representación de una cena de negocios, una reunión social de hombres comportándose a través de los estereotipos masculinos tradicionales, utilizando elementos y actitudes que simbolizan el poder, el prestigio, la camaradería, la complicidad, la masculinidad, los centros de decisiones políticas y económicas, el control social, la exclusividad.

Elementos como una comida, el vino y las copas, la camisa con corbata o el traje, el puro, los móviles siempre activos, y actitudes como el brindar, los gestos de humor, la desinhibición en confianza, la relajación de los cuerpos, la exaltación de la amistad o la complicidad entre hombres marcan y diseñan un escenario que muestra quién, cómo, cuándo y dónde se toman las decisiones, cuestiones fundamentales a la hora de entender por qué es necesario invertir los roles de género o mezclarlos cuando hablamos de poder.

El poder de decidir y ejecutar en el plano económico y político siempre ha estado vetado o limitado a las mujeres aún estando legitimadas en función de su capacidad o influencia.

Instrumentos como la no exigencia de participar en el ámbito domestico, cuidado de hijos, tareas de casa, etc… y animados mediáticamente como premio o incentivo a desestresarse de su actividad laboral mediante el ocio, los hombres son más libres para acudir a actos sociales donde confraternizar y ser tenidos en cuenta en la toma de decisiones.

Se intenta jugar con cambios de sexo-género en los roles tradicionales masculinos como forma de desnaturalizar y deslegitimar el monopolio masculino del poder, se trata de ironizar sobre lo sencillo que sería participar en una reunión social si fuera sólo una cuestión de corbata, puro y copa.


4 comentarios:

  1. Muy interesante. Estaría bien relacionar de algún modo la construcción social de los cuerpos con la carga simbólica de la Poupée y los muñecos en general. Este motivo se ha explorado, desde distintas ópticas, en obras fotográficas como la de Hans Bellmer, Cindy Sherman o Morton Bartlett; creo que aún puede dar mucho juego.

    Fuera de eso, un par de observaciones irreverentes además de innecesarias (espero que divertidas):

    1) Lo más desagradable y antierótico de 'La toilette' es que aparece el Marca de fondo.

    2) En 'La cena' ni las camisas ni las corbatas son de la talla de las modelos. Da la sensación de que se las han prestado sus padres, eso le quita fuerza a la imagen.


    Saludos! :')

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  2. Nos alegra la reflexión que planteas y por supuesto son muy bien recibidas las observaciones.

    Hay que decir que la toilette ante todo pretendía transmitir la idea de lo cotidiano y lo mundano en la vida de una mujer frente al concepto de seducción y erotismo al que siempre se la vincula.
    El Marca colocado en el baño pretende crear,a través de un estereotipo masculino,una relación homogénea entre mujer y hombre a la hora de su consideración como sujetos, es decir, los dos usan el wc del baño con el mismo fin.
    La cena, tengo que resaltar que es mi fotografía favorita, no sólo porque requirió para su producción de más medios personales y materiales, sino por la importancia que para el colectivo tiene reflexionar sobre el acceso al poder.

    Las camisas, efectivamente, no son de nuestra talla ni los demás complementos masculinos forman parte de nosotras, son disfraces y artificios intencionados para desmitificar y desnaturalizar una reunión social masculina.

    Saludos y se agradece tu observación/reflexión/participación.

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  3. lector habitual de Marca3 de febrero de 2011, 17:06

    Lo más desagradable y antierótico de 'La toilette' para mi es el pedazo de papel higienico que sostiene.
    Me hace desarrollar mentalmente el camino que recorrera en el futuro cercano, similar al efecto de la marca del sujetador y el “striptease” ficticio.

    He disfrutado planteandome la realidad que mostrais.

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  4. ....y telmo & luís hemos disfrutado muchísimo leyendo tu comentario, nos ha encantado el recorrido que has hecho hilvanando las fotos, mil gracias por compartirlo aquí...

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Déjanos un par de líneas y charlamos.

 
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