DIÓGENES ESPERA A QUE PRODUZCAN CULTURA
Diógenes comenzaba su libro “Sobre la naturaleza” con las siguientes palabras:
“Me parece a mí que quien comienza cualquier tema, debe hacer incuestionable su punto de partida y su explicación simple y digna”.
Intentaremos, pues, que nuestra explicación sobre lo que le ha sucedido a Diógenes sea tan simple y tan digna como él nos reclama.
Diógenes era, así lo recordamos, conciencia crítica de la ciudad de Atenas. Su doctrina filosófica, sus escasos escritos, las anécdotas de su vida lo configuran como un hombre decidido a transformar la sociedad de su tiempo y ha evidenciar los comportamientos viciados de sus conciudadanos, haciendo de su propia vida un ejemplo de la puesta en práctica de sus creencias.
Muchas cosas han pasado desde entonces: el plato Schnabel; el iglú rústico; el less-less-less (nothing) is more; los chorretones de pintura Bruger de Louis, las chuches de González-Torres; el señor Burden a tiros con su brazo; los derrames asfálticos de Smithson; los tiburones disecados; el paquete de Christo; la cremallera metafísica; el paraguas que es trino; el calendario digital de Kawara; el Patter Macramé Painting; los letreritos de Nauman; los nazis y los punkis alemanes; lo crudo y lo cocido; Clemente; el post-multi-inter-pluriculturalismo….
Y, entre exposición y exposición, Diógenes perdió, extravió, dejó encima de una instalación “bigger than life”, su lámpara.
Al faltarle su viejo candil empezó a abrumarse por las circunstancias más inmediatas
Al faltarle su viejo candil empezó a abrumarse por las circunstancias más inmediatas
¿Cómo se sale de aquí?; ¿el process art lo hacen a alguna hora o esperas sin más?; esta montaña de mierda ¿es povera?; ¿tengo que decir algo sobre los mondongos de Kapoor?...
Era tal el stress que sufría que dejó de pensar en otras cosas y, poco a poco, su cabeza se fue quedando transparente.
La pérdida de la conciencia crítica le convirtió en espectador pasivo y la falta de iniciativa hizo que se quedara sin pies.
El pobre Diógenes no puede más y se ha sentado a esperar.
Nos lo hemos encontrado delante del museo Guggenheim de Bilbao, mientras espera a que produzcan cultura.
Cuando el gran museo produzca nuevas raciones de arte, Diógenes las comerá, felíz de que alguien le muestre qué es cultura, feliz de que alguien le diga dónde está la cultura.
Y seguirá sentado mientras espera a que produzcan más cultura.
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