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martes, septiembre 21
18:07

Diógenes en el Reichstag.

Diógenes era, así lo recordamos, conciencia crítica de la ciudad de Atenas. Su doctrina filosófica, sus escasos escritos, las anécdotas de su vida lo configuran como un hombre que despreciaba honores y riquezas, y que denunciaba la estupidez y avaricia de sus conciudadanos.


Muchas cosas han pasado desde entonces: 
el sistema monetario internacional, la división del trabajo, la renta per cápita, el Banco Mundial, la flexibilidad de salarios, la inflación, el Fondo Monetario Internacional, el déficit público, el PIB, el estado de bienestar, las economías centralizadas, la información asimétrica, el monopolio natural, la hiperinflación, el crack del 29, el keynesianismo, la Chicago School of Economics, el dumping, el índice de Fisher, el Patrón oro, el pasivo circulante, el ROC, el ROE, el ROI y el ROM, el tipo de interés interbancario, los Warrants, el Outsourcing, el offshore, la recesión, el E.R.E., el desempleo…
Y entre burbuja tecnológica y burbuja inmobiliaria Diógenes perdió, extravió, deslocalizó su viejo candil

El afán neoliberal y el consumismo pasivo hizo que se convirtiera en una víctima más de los vaivenes macro-económicos.
El pobre Diógenes no puede más y se ha sentado a esperar delante del Reichstag, con la esperanza de que la Locomotora alemana se ponga a funcionar y nos saque de nuestra maltrecha economía.

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