Dato: El programa de rescate irlandés fue aprobado por la UE el 7 de diciembre de 2010, por un total de 85.000 millones de euros, de los que 22.500 millones procedían del FMI y el resto de las aportaciones europeas.
El 16 de mayo de 2011 fue aprobado un rescate para Portugal
de 78.000 millones de euros (52.000 millones aportados por la UE y los
otros 26.000 por el FMI) durante tres años. Este rescate incluía una
partida de 12.000 millones de euros destinados a hacer frente "a
eventuales necesidades de capitalización" de la banca. En mayo de 2010,
la UE y el FMI aprobaron la concesión de un préstamo por valor de
110.000 millones de euros, que se ha ido entregando por tramos, a cambio
de un draconiano plan de ahorro en el gasto público y otros ajustes
estructurales. Un año más tarde, se aprobó otro programa de ayuda por
valor de 130.000 millones de euros, que incluyó la quita de la mitad de la deuda pública en manos privadas, alrededor de 100.000 millones.
El 09 de Junio, España solicita el rescate financiero para la banca.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, comparece ante los medios de
comunicación y confirma la petición de una línea de crédito de 100.000 millones a las instituciones europeas, una cantidad "máxima" que ofrece un margen de seguridad.
Curiosidad: después de ingentes, astronómicas, escandalosas y pantagruélicas cantidades de dinero para “rescatar económicamente y financieramente” hasta a cuatro países de la zona euro, todavía nadie (ni los economistas, ni los políticos, ni los “mercados”) parece ponerse de acuerdo en cuáles serían las medidas más adecuadas para sacar a Europa de la crisis.
Encuentro tras encuentro, los líderes europeos y mundiales discuten y debaten; con los medios de comunicación oficiales transmitiendo sus movimientos y posicionamientos (ajustes vs crecimiento) y los mercados ojo avizor por si pudieran intervenir de facto a algún otro país. Mientras, los principales protagonistas de esta crisis: los sufridos ciudadan+s que soportan sus consecuencias, sólo pueden observar atónit+s toda esa confusión y preguntarse constantemente:
¿cómo es posible que los principales causantes de esta crisis sigan viviendo por encima de nuestras posibilidades, sin aceptar ni serles exigidas responsabilidades, y que aquellos que tendrían que corregir todas esas desigualdades sigan sin ser capaces de hacer su trabajo, que no es otra cosa que hacer política al servicio de sus ciudadanos?
Nadie, y menos los políticos europeos, parece ser capaz de responder a esa pregunta; de tal forma, que ya hay quien empieza a afirmar que sólo nos queda rezar.
Curiosos polític+s europeos est+s, siempre haciendo gala de la libertad y el laicismo de sus sociedades, y que tienen que recurrir a la fe para poder convencer a l+s ciudadan+s de que capitalismo es igual a democracia, de que ell+s son los garantes de esta última y de que mientras les legitimemos en el poder todo nos irá bien.
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