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Pasados, presentes y futuros. Los conflictos generacionales nos acompañan desde
el principio de los tiempos y no parece que 2013 sea distinto. Poniéndonos en
situación, los tiempos parece que siempre se narran distintos en presente
cuando se abordan conflictos generacionales antiguos. Lo que nos ha tocado
vivir ahora es un hito en cuanto a que somos parte de las primeras generaciones
que, por primera vez en la Historia, vamos a vivir peor que nuestros
progenitores.
El Estado de Bienestar llega tarde a este país debido a su situación política, como tampoco podía ser de otra forma tras
ejemplos algo más remotos como la no revolución industrial. Aquí los procesos de cambio siempre han llegado con retraso y nos es hasta la no finalizada Transición cuando realmente el Estado de
Bienestar está a la orden del día.
Las generaciones nacidas después de los años 40 son las acceden a la
alimentación más o menos completa tras la Hambruna que vino tras la Guerra Civil Española, comienzan a ver cómo surge el Estado
del Bienestar y cómo se desarrollan, con más o menos altibajos económicos, en
un entorno de crecimiento favorable. Todo este pupurrí ha traído un aumento de
la esperanza de vida, y por lo tanto, una no necesidad de dar relevo
generacional, pero inculcando una serie de obligaciones morales y sociales que
inundaban todos los ámbitos de la vida de los hij@s. Objetivo: formar personas
de provecho, personas de bien.
Mismo terreno de juego
Tod+s l+s nacid+s a partir de los 70 son víctimas del embrujo de Saturno pero en versión SXXI: arrinconados, señalados e infrautilizados.
Nadie les dice que su momento va a llegar realmente tarde... Casi tan tarde que
están atrapados en un cambio de paradigma a nivel mundial y sus manos y sus conocimientos y a no serán necesarios para dar relevo
tradicional a nada ni a nadie. Hay quienes se han quedado atrapad+s en el tiempo, sin saber mirar abajo.
Y parece que tod+s esperamos el relevo, pacientes, eternos, dolidos, y no acaba
de llegar, y no parece que esta vez el testigo caiga en nuestra mano. Auténtico
devenir y pasar por la vida de lo que cada un par de décadas se denomina
generación perdida (o los que esperan a que las cosas cambien por sí solas).
Compartimos terreno de juego, pero con las cartas marcadas.
Pero, a pesar de tener la obligación de compartir estos tiempos interesantes,
la brecha generacional es más grande aún, si cabe, si aplicamos el rasero de la
tecnología: Lo mismo que desde la antigüedad, el conflicto generacional ha
distanciado la juventud de sus mayores, la tecnología separa abre aún más esa
brecha: no se usan los mismos canales de comunicación, pasando a una cuestión
de medios, no de mero lenguaje, y además, el aumento de la misma, también merma
la necesidad de mano de obra: ya no es necesaria tanta gente para producir.
¿Vendrá el cambio por la socialización de la tecnología?
Sin dirección
De la tendencia general no saldrán geni+s que escribirán su nombre en los
libros de la historia. Ya no hay personas que cambiarán el mundo. Tenemos que
olvidar los modelos de referencia, incluso aquellos de los que procedemos como ya hicieron otr+s antes.
Los auténticos supervivientes están hechos de otra pasta, viajan a contracorriente
y no pierden el tiempo intentando arreglar el mundo. No está en sus manos,
porque el mundo ya está construido con las manos de otros.
Ahora nos quedan los cimientos de mundos ajenos: No hay trabajo, habrá que
inventarlo. No hay futuro, habrá que construirlo.
Oskar Sueiro
para “Pitia ya no vive aquí. DiY” – Colectiva Phake 2013
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