En una sociedad capitalista
que se autoafirma como la mejor sociedad posible,
¿Cuál es el producto que el mundo produce en cantidades más que ingentes? Si
aceptamos los datos, no nos queda más remedio que contestar que el producto estrella
mundial es: la miseria.
Pero, la miseria que entiende la sociedad, ¿es sólo
material?; o, acaso, ¿incluye la miseria moral e
intelectual? Porque, ¿qué es la miseria?
Dicen los expertos en marketing que no es positivo iniciar
una campaña de publicidad con una pregunta; dicen que, en el mejor de los
casos, preguntar a las personas ralentiza su decisión de compra; dicen que para
empujar a las personas a adquirir un determinado producto hay que enfatizar la
ignorancia del posible cliente para luego iluminarlo con la sabiduría que emana
desde quien nos da acceso a los bienes de consumo; dicen que para convencer a
los consumidores hay que evitar por todos los medios que éstos se cuestionen la
idoneidad del producto.
Dicen aquellos a quien quieran oírlos que los expertos en
marketing han colonizado esferas tan importantes de nuestra sociedad como la
política y la cultura.
Dicen los pocos intelectuales libres que sobreviven que ya
no somos ciudadanos, que somos meros consumidores.
Con esos precedentes, iniciar una intervención urbana con una pregunta no parece una buena idea; cuestionar a las personas que se encuentren con las imágenes que componen Misery sobre los significados de la palabra miseria y sus implicaciones en la sociedad actual, no parece algo positivo; empujar a los viandantes a no mirar a otro lado cuando se encuentren con el reverso del sistema neoliberal, no parece que vaya a granjearnos su simpatía; tratar de vender a los habitantes y visitantes de nuestro paisaje urbano la idea de que son ciudadanos con poder de decisión para cambiar un sistema económico y social injusto, insostenible y autodestructivo, no parece que nos vaya a hacer ricos.
Sin embargo, no podemos permanecer impasibles ante lo que están consiguiendo a marchas forzadas los poderes y las élites políticas y económicas: convertir a los ciudadanos en meros consumidores pasivos, apartar de la sociedad a aquellos que no dispongan de la capacidad económica para consumir, ignorar a aquellos que protesten contra las injusticias y desigualdades del sistema capitalista y aislar a quienes se atrevan a luchar por un nuevo modelo social y económico.
iKartoon se transforma en diferentes personajes por todos conocidos, para preguntar sobre la noción de la miseria y reflexionar sobre los reflejos de la misma en nuestra sociedad.
Colectivo Komite se ha embarcado en la búsqueda de iKartoon
para documentar gráficamente y acercarnos el resultado de la intervención
urbana de este personaje tan peculiar.
Experts on marketing say that it is no positive to start an ad campaign by means of a question; they say that asking people, in its best, delays their decision to buy; they say that, in order to push people to acquire a certain product, it is first necessary to enhance their ignorance as customers to illuminate them later with the wisdom of those who get us access to our daily goods; they say it has to be avoided by all means that people question themselves about the goodness of the goods.
There are
people who say that marketing experts have colonized spheres of our society so
important as politics and culture.
The few
intellectuals that can be considered free from being institutionalized say that
we are citizens no more, but we are just mere consumers.
Taking all
that into account, it is certainly not a good idea to initiate an urban
intervention with a question; making people questioned themselves about the
meanings of the word misery and its implications in our society it seems not
positive at all; pushed urbanites to don’t look away when facing the reverse of
the neo-liberal system, probably won’t make us more sympathetic; trying to sell
the idea to the dwellers of our urban landscape that they are citizens with the
power to change an unfair, unsustainable and self-destructive economic and
social system, well, definitively won’t make us rich.
However, we
do believe we can’t stay passive and impassive at what political and economical
powers and elites are increasingly achieving: turn citizens into mere consumers,
take all those people who don’t have the necessary economic capacity to consume
away from society, ignore those protesting against the injustices and
inequalities of the capitalist system and isolate those daring to fight for a
new social and economical system.
So let’s
start from the basics: in a capitalist society that asserts itself as the best
kind of possible society coming out of human progress, which is the good that
the world produce in more quantity? If we accept the current data, we have no
remedy but to answer that the star product of our system is: misery.
But, the
misery as we know it, is just material? Or, maybe, it is also a moral and
intellectual misery? Because, what’s misery?
iKartoon
turns into different characters well known for all of us and who have been
photographed in a way as to attract our attention, so that we can question
ourselves about what is misery and force us to think about the reflections of
that same misery on our society.
Collective
Komite has embarked itself in the searching of iKartoon to photographically
document and get us closer the result of the urban intervention of such a
peculiar character.
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