En estos tiempos, más que en ningún otro momento del devenir del ser humano, nunca la imagen, tanto pública como privada, había acaparado tanta importancia y tanto poder. Al contrario que en tiempos pasados, donde la imagen se utilizaba principalmente para ensalzar la figura humana: su belleza, su clase social o su poder, ahora se utiliza para crear, literalmente, belleza, clase o poder.
Dejando a un lado los usos políticos de la imagen, la publicidad y el marketing se han convertido en maestros de la creación y uso de potentes imágenes; de tal forma que, en pleno siglo XXI, se ha pasado de utilizar una imagen como soporte para vender o dar a conocer un producto, a convertir la imagen en la realidad misma.
La publicidad ya no es la imagen ficticia de un mundo irreal, los y las modelos que aparecen en sus imágenes han dejado de ser meros personajes de un mundo perfecto de ficción; ahora son personajes reales, que dictan esteriotipos, modelos de belleza y de vidas perfectas a los que aspirar y en los que hay que sentirse reflejado.
En estos tiempos, tanto el sujeto individual como la pareja/el colectivo han pasado a formar parte del otro lado del espejo; ahora, como consumidores y aspirantes a una vida mejor, desean ser como las personas "perfectas" de esas fotografías, a las que observan desde el otro lado de la imagen.
Igor Calvo
La disolución de la identidad
"Somos Múltiples. La imposibilidad del retrato único en el s. XXI"
Exposición colectiva
PhotoArte Komite
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