Casi al mismo tiempo que Barack Obama anunciaba a bombo y platillo que se ha acabado la guerra en Irak (técnicamente lo que se llama el fin de las operaciones militares), entraba en vigor el tratado que prohíbe la utilización y la creación de las conocidas como bombas de racimo. Ambas, en teoría, buenas noticias para este mundo en permanente conflicto que habitamos.
Sin embargo, y siempre hay más de un pero cuando hablamos de este tipo de cuestiones, la realidad cotidiana de Irak (la amenaza de una guerra civil nunca ha sido descartada en estos más de 7 años que dura el conflicto en Irak, además de los 50.000 soldados estadounidenses que se quedarán en el país) y el hecho de que ni EEUU, ni Rusia, ni China, ni Israel (precisamente los principales países productores y que más uso hacen de las bombas de racimo) hayan ratificado el tratado; desmienten los a priori buenos propósitos de ambas noticias.
De hecho, y si no fuera por la seriedad de ambas situaciones, afirmaciones como las arriba mencionadas podrían ser descritas como "pequeña mofa" a la comunidad internacional. Se ve que todavía hay gente que piensa que las armas son inofensivas y que los conflictos suceden en países muy muy lejanos.
De hecho, y si no fuera por la seriedad de ambas situaciones, afirmaciones como las arriba mencionadas podrían ser descritas como "pequeña mofa" a la comunidad internacional. Se ve que todavía hay gente que piensa que las armas son inofensivas y que los conflictos suceden en países muy muy lejanos.
"Armas de juguete", Ighost 2010
(antiguos búnkeres de la guerra civil, del llamado cinturón de hierro, en Bizkaia) |
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